miércoles, 13 de septiembre de 2017

Realmente sería estupendo tener la posibilidad de escribir cada día
 Dejarse fluir.
Abandonarse a este papel y pluma imaginarios.

Tengo sobre el escritorio una caja donde guardo las plumas con diferentes plumines,colores y edades. En el segundo cajón los papeles de diferente gramaje y texturas duermen uno sobre otros.
 A veces me siento cerca del tablero, apoyo los brazos, abro el plumier, observo las estilográficas - nombre que evoca aromas, sabores.. - y elijo la más querida para el momento, aquella que sabrá bailar sin hacer ruido o bien la vieja compañera de viaje que siempre deja el rastro de tinta sobre el dedo corazón.

Escribir a mano es una delicia perdida, eclipsada por el teclado de los ordenadores. Se pierde el sonido del plumín al deslizarse por el papel. Esa pequeña huella que suele quedar en nuestro dedo tras haber escrito durante largo rato. El sutil aroma de la tinta. El maravilloso rito de introducir el plumín en el tintero para cargar el depósito con el temor de que caiga una gota-borrón en nuestro preciado texto.

Mi primera pluma, que por cierto aún conservo, llegó cuando tenía nueve años. Venía en un estuche de cremallera que me debió regalar algún familiar por la primera comunión. Al abrirlo una fila maravillosa de pinturas de doce colores se desplegó como un doble arco iris. Un sacapuntas, un borrador blandito, un lapicero de madera, el cartabón pequeño de plástico azulado y aquel  semicírculo numerado que hasta pasado unos años no supe ni su nombre ni su utilidad y....oh que maravilla!!! en lugar del bolígrafo común y corriente, aquel estuche traía una pluma negra con pequeños adornos plateados. Mi estuche era único!!! La estilográfica tan nueva, tan misteriosa por dentro eclipsó absolutamente a todos sus compañeros...

Con ella comencé a escribir en aquellos papeles reciclados que nos traía el tío de su oficina:, escritos a maquina por una lado y limpios por el otro. Eso si, perfectamente guillotinados.

Se ha hecho de noche. Enciendo la luz. Al iluminarse la habitación se borran los recuerdos, los aromas del colegio, el color azul ultramar del papel con el que forrábamos los libros.... y, como era de esperar, el teclado del ordenador con su sonido metálico lo cubre todo de presente.

Esta bien evocar
 Es sano.
Nos hace recordar quienes somos y de donde venimos....no está mal.

Feliz descanso para los que jugáis con las letras trás esta cuartilla de luz.

sábado, 26 de agosto de 2017



No puedo dejar de sentir ni de sonreír.
La vida es una continua carcajada escrita con letra cursiva, ondeante y negrita.
No deja de ser un paseo entre el amor y la muerte que se desliza como un gusano bajo nuestra puerta.

De mañanita, salgo por el camino que lleva al pueblo y lanzo un azulado y hondo suspiro. Azul como el agua del río que abraza las casas de piedra hasta llegar al puente. Lo observo con palpitante inquietud. Percibo el leve sonido del viento tempranero que hace silbar las hojas de los árboles y descifrar los mensajes sonoros de las aves.
En lugares tan sencillos se oculta el sonido de la vida que justifica la existencia.

Sonrío.
Hay que hacerlo. Es la señal que deja nuestra esperanza sobre el rostro...sonreír, a pesar de los dolores, la fatiga y de los días nublados que caen plomizos sobre nuestras cabezas.


Felices y serenas horas a todos los que habéis llegado hasta las líneas de mis manos.




martes, 15 de agosto de 2017

Quedan quince minutos para que salga el tren.
Aún no te has ido  y ya me devora la ausencia.
Mañana,
 cada rincón de mi cuerpo se iluminará,
como la presencia de la luz donde hubo sol

sábado, 12 de agosto de 2017

El corazón no deja de ser un musculo rojizo, el motor perfecto para nuestra compleja y mágica maquinaria.
Un musculo que protagoniza nuestros sentimientos mas tiernos y sensibles.
Un músculo al que le hemos dado la complicada tarea de ordenar nuestros sentimientos mas ocultos y delicados.

Hoy el mío se derrite como un helado a pleno sol,
Es un dulce pegajoso que se alimenta de nostalgia al escuchar la banda sonora de la película "Esencia de mujer".  Ese tango que el protagonista ciego baila maravillosamente con la mujer a la que no puede ver pero cuyo aroma le ha hace volar y extender sus alas blancas que marcan los pasos sobre la pista.
Música que trasporta mis sentidos a los años de baile cuando danzaba sobre el cristal de la juventud entre los brazos que alentaban la vida y unos labios que sellaron la promesa: " Mientras yo esté cerca nunca permanecerás sentada" y..... ya veis!..
                              Llevo años inmóvil sobre una silla de papel, frágil como hoja.
                                                             No hay regreso.
                              El tango, nunca más se enredará en mis tobillos.

Hace días una amiga y buena escritora me comentó mientras dábamos un paseo entre árboles: " La vida, en realidad, no es corta. Cuando miro hacía atrás y veo la cantidad de cosas que he hecho, el gran número de experiencias vividas.... es entonces cuando me doy cuenta que es larga...larga, extensa y hermosa." Querida compañera, cuanta razón tienes! Comparto plenamente tu reflexión.
En escasas ocasiones paramos nuestro tiempo para mirar el recorrido realizado.
En realidad, la vida está siendo larga venturosa y hermosa gracias a lo recorrido y sembrado en el camino, aunque existan momentos de nostalgia -como este- y el corazón ( ese músculo rojizo donde ocultamos los sentimientos más tiernos) nos juegue malas pasadas porque está cansado de cargar con tanto llanto,tantos desencuentros, tanta luz, tantas muertes y tanto amor tatuado y él, fuerte y denso como los siglos, tiembla y late
                                                 late y tiembla como una hoja humedecida por el rocío.
                                                                                   
                                                             
Feliz y venturosa tarde de sábado para tod@s.



miércoles, 2 de agosto de 2017

Juego con las días, con las manecillas de ese reloj que se derrite sobre la mesa del comedor.
 Un reloj invisible y secreto que marca las horas de la vida.
Sobre el escritorio una columna de libros hace sombra al cuaderno abierto que muestra sin pudor, su cuadricula desnuda. Hoy la pluma no ha querido acariciarla.

Quedan veinticuatro días para que baile de nuevo sobre las nubes.
Veinticuatro días infinitos como cipreses.
Al fin volaré hacia esa Italia que adoro para recorrer sus calles y llenar la mirada de luces.

Surcaré los cielos y mis cabellos dibujarán líneas blancas entrelazándose las unas con las otras. El viento saldrá a mi encuentro y bañará la piel con su frescura. Yo extenderé los brazos, la boca, el alma para recibir la luz del bienestar, del sueño cumplido, de la satisfacción de estar en lo más alto.

Todo llega.
                  La clave es saber esperar.
                                                           Tener la paciencia suficiente hasta recibir lo deseado.



domingo, 25 de junio de 2017

Se encuentra la tarde sujeta con alfileres de cristal, frágil, silenciosa perdida sobre un círculo que se difumina por la neblina de las horas. 
Nada es como se imagina, ni siquiera las flores de la planta que año tras año adorna nuestro jardín. Nada es lo que parece. 
Nada.
El cielo se ha nublado repentinamente dejando un aire caliente que abrasa la piel. 
Si todo hubiera seguido su curso normal, en este instante mis ojos estarían borrachos de arte, de pinceladas, de cuadros renacentistas. Se pasearían inquietos por la Galería de los Uffizi desplegando sonrisas y el corazón rebosante de alegría, lejos de esta lluvia que anega el sentimiento, fuera de la sensación de abandono que palpita hasta el dolor.
La luz de la Toscana es anaranjada, su intensidad recorta las sombras sobre los campos. Siempre me gustó Italia. Callejeando encontré el amor y fui amada con pasión. De aquello hace muchos años, tantos que parece no haber existido.
En este instante debería estar apoyada en una de la ventanas de los Uffizi, disfrutando del velo misterioso que deja el sol sobre el Puente Vecchio.
Tendría que haber estado allí.
Me esperaban, sin embargo...
permanezco sumergida en la tarde, sujeta con alfileres de cristal, frágil como una lagrima de hielo.

lunes, 17 de abril de 2017




                             No cambies la curva de tu
 mirada
                             que me sirve de escudo
                             contra la amenaza
del tiempo.

                             No extravíes esa sonrisa
que pertenece
                              a la noche
                              a la nube
                              al agua
                              y
a la música dorada
                              que alimenta mis días

domingo, 16 de abril de 2017

Aquellas mañanas eran gloriosas.
El barrio estaba bañado por una luz amarillenta y limpia.
Los domingos eran amarillos, sin embargo el resto de los días eran anodinos...ni brillaban, ni desprendían aromas ni empujaban a la dicha hasta que llegó él con su sonrisa. En ese instante comenzaron los suspiros, el deseo por salir a la calle, caminar hasta la parada del autobús y la esperanza del encuentro.
Los domingos dejaron ser dueños absolutos de ese color luz. Cada hora de la semana tintineaba como una vela permanentemente encendida.

Yo lo amaba.
De una manera limpia, sana.
Adormecida entre sueños y vida latente.
Sujeta al pico mas luminoso de mi estrella.

Escribía su nombre con diversas caligrafías y a continuación el mío. Mezclaba nuestras letras diseñando un jeroglífico secreto de amor y misterio que solo yo pudiera utilizar. Escribía textos acompañados de dibujos sencillos para él y por él. Nunca se los mostré pero si los guardé.
Hace meses, en un traslado de casa, salieron a la luz. Sabía perfectamente donde estaban, No hubo sorpresa en el encuentro. Sentada entre cajas de embalaje tuve en mis manos, tras muchos años de separación, aquellos cuadernos de tapas azules.
Mentiría si no dijera que el corazón comenzó a latir... Nadie sabe guardar las emociones como el.

Y...al leerme
Volví a amarlo
A jugar instintivamente, con las letras de nuestros nombres
Su imagen anidó en mis pupilas.
Imposible no dibujar una sonrisa en el alma.

La vida. Al menos la mía, es una ristra de sensaciones que moldea con arcilla los días y los ilumina como lo hacía con las mañana de domingo en el barrio.




sábado, 15 de abril de 2017

Muchos han sido los meses lejos de estás páginas virtuales y de aquellos que en algún momento habéis llegado hasta ellas. No ha sido olvido, si momentos difíciles en el camino pero esos ya no existen porque el pasado se escapa entre nuestros dedos como un puñado de arena marina dejando lo que verdaderamente importa: El presente para aprender a respirar el instante.

Tengo enredada entre mis pies a Phoebe. Una bola pequeña de pelo blanco que cerca mi corazón con cariños, pequeños ladridos y mirada tierna. Ha llegado a mi vida en el momento que mas la necesitaba como todo aquello que alimenta nuestra sonrisa. Eso me recuerda al amigo que apareció en los años 80 para escribir su música en mis días. Vino con una misión, la de abrir mis ojos a la vida y después se fue para siempre. Realmente soy una mujer afortunada. No por lo que tengo si no por todo lo que tuve, mantengo y tendré en un futuro...

Con los años he aprendido que es mas importante saber mantener que poseer, que es mejor tener el contenido que el continente y que la vida es una chispa que surge al frotar dos piedras de esperanza y amor....

En esta noche serena y sin dolor os deseo un feliz descanso para que podáis despertar con una sonrisa.