lunes, 17 de abril de 2017




                             No cambies la curva de tu
 mirada
                             que me sirve de escudo
                             contra la amenaza
del tiempo.

                             No extravíes esa sonrisa
que pertenece
                              a la noche
                              a la nube
                              al agua
                              y
a la música dorada
                              que alimenta mis días

domingo, 16 de abril de 2017

Aquellas mañanas eran gloriosas.
El barrio estaba bañado por una luz amarillenta y limpia.
Los domingos eran amarillos, sin embargo el resto de los días eran anodinos...ni brillaban, ni desprendían aromas ni empujaban a la dicha hasta que llegó él con su sonrisa. En ese instante comenzaron los suspiros, el deseo por salir a la calle, caminar hasta la parada del autobús y la esperanza del encuentro.
Los domingos dejaron ser dueños absolutos de ese color luz. Cada hora de la semana tintineaba como una vela permanentemente encendida.

Yo lo amaba.
De una manera limpia, sana.
Adormecida entre sueños y vida latente.
Sujeta al pico mas luminoso de mi estrella.

Escribía su nombre con diversas caligrafías y a continuación el mío. Mezclaba nuestras letras diseñando un jeroglífico secreto de amor y misterio que solo yo pudiera utilizar. Escribía textos acompañados de dibujos sencillos para él y por él. Nunca se los mostré pero si los guardé.
Hace meses, en un traslado de casa, salieron a la luz. Sabía perfectamente donde estaban, No hubo sorpresa en el encuentro. Sentada entre cajas de embalaje tuve en mis manos, tras muchos años de separación, aquellos cuadernos de tapas azules.
Mentiría si no dijera que el corazón comenzó a latir... Nadie sabe guardar las emociones como el.

Y...al leerme
Volví a amarlo
A jugar instintivamente, con las letras de nuestros nombres
Su imagen anidó en mis pupilas.
Imposible no dibujar una sonrisa en el alma.

La vida. Al menos la mía, es una ristra de sensaciones que moldea con arcilla los días y los ilumina como lo hacía con las mañana de domingo en el barrio.




sábado, 15 de abril de 2017

Muchos han sido los meses lejos de estás páginas virtuales y de aquellos que en algún momento habéis llegado hasta ellas. No ha sido olvido, si momentos difíciles en el camino pero esos ya no existen porque el pasado se escapa entre nuestros dedos como un puñado de arena marina dejando lo que verdaderamente importa: El presente para aprender a respirar el instante.

Tengo enredada entre mis pies a Phoebe. Una bola pequeña de pelo blanco que cerca mi corazón con cariños, pequeños ladridos y mirada tierna. Ha llegado a mi vida en el momento que mas la necesitaba como todo aquello que alimenta nuestra sonrisa. Eso me recuerda al amigo que apareció en los años 80 para escribir su música en mis días. Vino con una misión, la de abrir mis ojos a la vida y después se fue para siempre. Realmente soy una mujer afortunada. No por lo que tengo si no por todo lo que tuve, mantengo y tendré en un futuro...

Con los años he aprendido que es mas importante saber mantener que poseer, que es mejor tener el contenido que el continente y que la vida es una chispa que surge al frotar dos piedras de esperanza y amor....

En esta noche serena y sin dolor os deseo un feliz descanso para que podáis despertar con una sonrisa.