sábado, 15 de octubre de 2016

Vivimos juntas pero no somos lo mismo.

Ella es una afortunada que da la lata constantemente, se pone pesada más de una vez y entra en crisis para llamar mi atención.
Yo, a su pesar, mantengo mi individualidad aunque cada noche se adhiera a mi piel e invada el corazón en varias ocasiones, de esa tristeza oscura, densa y pegajosa que le caracteriza. Esa tristeza que penetra mis emociones de repente y sin avisar. La veo venir como una masa gris, veloz hasta llegar a mis vísceras, venas, sangre para quedarse calentita durante un tiempo. Al principio duele esa sensación de abandono, de frialdad que deja esa presencia que todo lo llena y vacía. Que rompe en mil pedazos las esperanzas y sueños pero, con el tiempo he llegado a conocerla y esperar con paciencia su marcha. Mi arma de combate es la heladora indiferencia.
Ella, la enfermedad, es una afortunada por tenerme de compañera. Está atendida por los mejores médicos. Le proporciono comida sana y saludable. Realizo el ejercicio adecuado según su energía. Le regalo risas, imaginación, voluntad y ánimo. Le presento a mis amigos, amor, hijos y nieto con los que comparte muchos momentos agradables y sobre todo…. No me enfado prácticamente nada con ella a pesar de que es muy pesada y suele dar bastante la lata. Tiene suerte porque le he enseñado a mirar el sol a través de la nubes y participa en mi creación dejando su huella en cada obra. Es una afortunada porque está en cada pincelada, porque con los años he encontrado el lugar que le corresponde y allí está situada. Y también porque vive su verdad y se lo permito. Aún así ella reniega y en muchas ocasiones me hace daño mostrando con ello su rebeldía. Le gustaría ser más importante. Escuchar decir de mi boca que somos la misma persona. Que ya no puedo construir mi vida sin ella. Que es el eje donde giran mis días. Que solamente ella mueve los hilos de mis risas y mis tristezas. Que tiene el control de las horas. Pero no es así y lo sabe. Somos dos y vivimos en mundos diferentes. Su afán de protagonismo invade el mío en varias ocasiones porque conoce las grietas por donde filtrarse hasta llegar al mío hasta que llegue un día que las fisuras no existan y se quede fuera, viviendo su verdad y como mera espectadora de la mía.
Es astuta pero no inteligente. Si lo fuera sabría que el amor, el deseo y la pasión son los tres reyes de mi reino. La sensibilidad, la voluntad y la paciencia sus consortes. Y..que son grandes estrategas ante los ataques exteriores. Quizá hayan perdido alguna batalla pero salen siempre fortalecidos para triunfar en la guerra.


Vivimos juntas pero no somos una.

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