Vivimos juntas
pero no somos lo mismo.
Ella es una
afortunada que da la lata constantemente, se pone pesada más de una vez y entra
en crisis para llamar mi atención.
Yo, a su pesar,
mantengo mi individualidad aunque cada noche se adhiera a mi piel e invada el
corazón en varias ocasiones, de esa tristeza oscura, densa y pegajosa que le
caracteriza. Esa tristeza que penetra mis emociones de repente y sin avisar. La
veo venir como una masa gris, veloz hasta llegar a mis vísceras, venas, sangre
para quedarse calentita durante un tiempo. Al principio duele esa sensación de
abandono, de frialdad que deja esa presencia que todo lo llena y vacía. Que
rompe en mil pedazos las esperanzas y sueños pero, con el tiempo he llegado a
conocerla y esperar con paciencia su marcha. Mi arma de combate es la heladora indiferencia.
Ella, la
enfermedad, es una afortunada por tenerme de compañera. Está atendida por los
mejores médicos. Le proporciono comida sana y saludable. Realizo el ejercicio
adecuado según su energía. Le regalo risas, imaginación, voluntad y ánimo. Le
presento a mis amigos, amor, hijos y nieto con los que comparte muchos momentos
agradables y sobre todo…. No me enfado prácticamente nada con ella a pesar de
que es muy pesada y suele dar bastante la lata. Tiene suerte porque le he
enseñado a mirar el sol a través de la nubes y participa en mi creación dejando
su huella en cada obra. Es una afortunada porque está en cada pincelada, porque
con los años he encontrado el lugar que le corresponde y allí está situada. Y
también porque vive su verdad y se lo permito. Aún así ella reniega y en muchas
ocasiones me hace daño mostrando con ello su rebeldía. Le gustaría ser más
importante. Escuchar decir de mi boca que somos la misma persona. Que ya no puedo
construir mi vida sin ella. Que es el eje donde giran mis días. Que solamente
ella mueve los hilos de mis risas y mis tristezas. Que tiene el control de las
horas. Pero no es así y lo sabe. Somos dos y vivimos en mundos diferentes. Su
afán de protagonismo invade el mío en varias ocasiones porque conoce las
grietas por donde filtrarse hasta llegar al mío hasta que llegue un día que las
fisuras no existan y se quede fuera, viviendo su verdad y como mera espectadora
de la mía.
Es astuta pero
no inteligente. Si lo fuera sabría que el amor, el deseo y la pasión son los
tres reyes de mi reino. La sensibilidad, la voluntad y la paciencia sus
consortes. Y..que son grandes estrategas ante los ataques exteriores. Quizá hayan
perdido alguna batalla pero salen siempre fortalecidos para triunfar en la
guerra.
Vivimos juntas
pero no somos una.
que texto tan bonito...mágico
ResponderEliminarme alegra. Muchas gracias... feliz noche de sábado
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